Manejo, Sergio Santos

¿Por qué merece la pena recriar a las novillas propias en una granja de nodrizas? iv: adaptarse o morir

Muchas veces los ganaderos compran un lote de novillas o vacas y lo que debería ser una fuente de alegrías e ilusión, se transforma en un aluvión de problemas y grandes quebraderos de cabeza.

Importación o adaptación a las enfermedades

Cuando los europeos desembarcaron en América en el siglo XV llevaron con ellos enfermedades como el sarampión, que no eran muy graves en origen, pero que generaron miles de muertos entre la población autóctona. En las granjas nos puede ocurrir algo similar tanto con enfermedades que importamos, como con las que van a tener que lidiar nuestras nuevas adquisiciones.

 

Cuando introducimos animales procedentes de otros ecosistemas que no han tenido una selección, encontramos que son naturalmente más sensibles o menos resistentes.

 

Ponemos siempre el foco en enfermedades víricas como IBR (Rinotraqueítis Infecciosa Bovina) o BVD (Diarrea Vírica Bovina), bacterianas como paratuberculosis o campylobacter, incluso en algunas protozoarias como Neospora o tricomonas. Ciertamente, son muy importantes, pero son relativamente fáciles de controlar con analíticas en origen y, en algunos casos, con vacunaciones. No obstante, es importante repetir que no debemos comprar animales que no aporten garantías de que no van a traernos estas enfermedades. Son las que más impacto económico tienen en la cuenta de la explotación, al tratarse de enfermedades reproductivas y afectar directamente a nuestra principal fuente de ingresos: la venta de terneros.

Además de estas enfermedades, que podemos combatir y sobre todo prevenir, nos encontramos con otras que escapan a nuestra capacidad de actuación. Los problemas más graves suelen aparecer con enfermedades difícilmente controlables como la tuberculosis, las piroplasmosis, la besnoitiosis, etc. Patologías frente a las que juega un papel fundamental la inmunidad natural que presentan nuestras poblaciones. Existen estudios en los que se ha mostrado que algunas razas autóctonas son más resistentes a las enfermedades de su territorio: tuberculosis (p.ej. algunas poblaciones de raza de lidia), lengua azul (razas autóctonas baleares), parásitos externos (Bos indicus), etc. Tiene mucha lógica que esto ocurra, ya que los animales más sensibles o con menos capacidad de respuesta han enfermado, han muerto o han sido eliminados, por lo que han dejado menos descendencia.

Cuando introducimos animales procedentes de otros ecosistemas que no han tenido esa selección, encontramos que son naturalmente más sensibles o menos resistentes. Nosotros en nuestra experiencia profesional hemos vivido momentos muy frustrantes, tanto para el ganadero como el veterinario, a raíz de la entrada de theileria o de besnoitia en una granja. Verdaderamente te encuentras con muy pocas herramientas para evitar que la enfermedad se extienda causando estragos.

Climatología y ecosistema

Y la adaptación al medio no sólo es importante desde un punto de vista sanitario. También va a tener relevancia fundamental la climatología y el ecosistema de la zona.

 

La adaptación plena a las nuevas condiciones requiere de años, y en algunos casos se elimina el animal antes por su baja viabilidad

 

 

Durante años se han intentado exportar las razas europeas a países latinoamericanos, y la adaptación ha sido muy difícil y en ocasiones no se ha conseguido. Por ejemplo, razas con muy poca pigmentación han presentado tumores de piel y cerca de los ojos debido a la radiación solar con una incidencia mínima en el país de origen. O en otros no han sido capaces de adaptarse a los parásitos, tanto externos como internos, por presentar una piel más fina o distinta respuesta inmune. Sin llegar a esos extremos, muchas veces vemos como animales procedentes de climas húmedos no se adaptan a los rigores de la sequía estacional de las dehesas. O como animales muy caros han terminado en el matadero por no ser capaces de adaptarse al terreno abrupto de montaña. E incluso presenciamos caídas en picado en la productividad de animales procedentes de climas frescos al intentar adaptarse al estrés por calor estival del centro y sur peninsular. A veces con desplazamientos de sólo 200 o 300 km, que a priori parecen cortos, el cambio ambiental es inmenso. La adaptación plena a las nuevas condiciones requiere de años, y en algunos casos se elimina el animal antes por su baja viabilidad.

Por todo ello, una razón más que responde al por qué seleccionar las novillas para recría de entre nuestros propios animales es una buena idea, es que van a estar mucho mejor adaptadas al medio en el que viven que las que compremos fuera.