Fernando Díaz, Manejo, Nutrición

¿Es realmente necesario el suministro de forraje en terneras lactantes?

Durante la última década se han realizado numerosos estudios de investigación para evaluar los efectos del aporte de forraje en dietas de terneras antes del destete. Los resultados obtenidos son muy inconsistentes:

  • mientras que algunos trabajos muestran un aumento en el consumo de sólidos totales y en la ganancia media diaria (GMD),
  • otros reportan menor crecimiento en los animales o simplemente una falta de efecto.

La inclusión de forraje en el programa alimentario de las terneras, bien a libre disposición o mezclado con el concentrado, reduce la densidad energética de la dieta, ya que la concentración energética en los forrajes es menor que en los concentrados. Por lo que antes de llevar a cabo esta práctica, en necesario tener varios factores en cuenta.

La presentación física

Uno de los factores más importantes es la presentación física del pienso de arranque. En general, las terneras lactantes muestran mayores índices de consumo de materia seca (MS) y crecimiento cuando el forraje se suministra en combinación con pienso en forma de harina o granulado. Sin embargo, no aparecen resultados positivos al aportar forraje cuando el formato del pienso es texturizado, es decir, una mezcla de gránulos y granos de cereales enteros o en copos.

 

Cuando el forraje se procesa y se mezcla con el pienso de arranque es recomendable que la proporción de forraje no sobrepase el 5 % de la mezcla

 

Esto es debido a la degradabilidad del almidón en el rumen, tanto en la harina como en el gránulo. Los cereales molidos son fermentados rápidamente en el rumen y pueden provocar bajadas del pH y acidosis ruminal, similar a las vacas adultas en lactación. En este caso, la ingesta de forraje puede elevar el pH ruminal, ya que las terneras secretan saliva al masticar el forraje (ingestión y rumia) y esta tiene un efecto tampón (buffer) en el rumen. Por el contrario,

en los piensos texturizados la degradabilidad ruminal del almidón es más lenta y el pH ruminal se mantiene más elevado, con lo que no es necesario el aporte del forraje.

Además, suministrar forraje en combinación con piensos texturizados puede ser contraproducente. En un estudio publicado recientemente en “Applied Animal Science”, los autores (Hill y col., 2019) reportaron que el aporte a libre disposición de heno de hierba de baja calidad (5,8 % proteína y 62,5 % fibra) a terneras Holstein de 7 semanas de vida redujo la digestibilidad de la MS, la materia orgánica (MO) y la proteína en un 12,2, 11,9 y 11,1 %, respectivamente. La ingesta de heno no afectó al consumo de pienso de arranque, pero los investigadores encontraron una correlación negativa lineal entre el consumo de heno y la digestibilidad de la MO, de tal forma que por cada 100 g de heno la digestibilidad de la MO disminuía en 3,7 unidades porcentuales.

La cantidad y el tipo de forraje también influyen

Otros factores para tener en cuenta son la cantidad y el tipo de forraje que se incluye en las dietas. Cuando el forraje se procesa y se mezcla con el pienso de arranque es recomendable que la proporción de forraje no sobrepase el 5 % de la mezcla; cantidades superiores pueden reducir el consumo de MS debido al llenado del rumen.

En cuanto al tipo de forraje, los henos son preferidos a los forrajes fermentados (ensilados), y dentro de estos, el heno de hierba es el forraje por excelencia, ya que su palatabilidad en animales jóvenes es superior al heno de alfalfa y a la paja de cereales.